martes, 7 de junio de 2011

*7 de Junio - DIA del PERIODISTA*


.: Trabajadores de prensa o portavoces del poder :.

por ALBERTO DEARRIBA (Periodista)
La nueva celebración del Día del Periodista llega en medio de un fuego cruzado inédito: periodistas militantes versus independientes; periodistas oficialistas versus opositores. Dos visiones de la sociedad chocan en las páginas de los diarios, en los programas de radio y en la TV.
 
Poco queda de aquel protocolo hipócrita que establecía que el periodista debía observar lo que ocurría desde una ventana, sin inmiscuirse. Las evidentes patrañas desmitificaron el supuesto sacerdocio y todos quedamos en calzoncillos. Felizmente, buena parte de los argentinos ya sabe que ni los medios, ni los periodistas, somos neutrales ni objetivos.

Paradójicamente, los que se rasgan las vestiduras en favor del periodismo independiente, sin reconocer siquiera su condición de asalariados, son los que han quedado más impúdicamente al desnudo. Aceptaron alegremente ser las plumas o las voces del establishment a cambio de jugosos ingresos, y defienden en general los intereses de las empresas en las que trabajan.

Quienes abrazaron en cambio el periodismo con la intención de contribuir a una transformación social, siempre reconocieron su parcialidad y anteponen su defensa de la democracia y de los más desprotegidos a una dudosa objetividad. Admiten la existencia de los límites que les imponen las empresas, pero intentarán transgredirlos cada vez que puedan. No se plantean actos heroicos o grandilocuentes que atenten contras sus empleos, pero tejen calladas conspiraciones para imaginar el modo de decir elegantemente lo que al patrón no le gusta.

Salvo que tengan la fortuna de poder coincidir a grandes rasgos con la línea editorial del medio en el cual se ganan la vida, los periodistas sufren limitaciones en todas las empresas en las cuales trabajan a lo largo de su vida profesional. Un simple aspirante a reportero sabe que la cacareada libertad de prensa es en verdad la libertad de la empresa y no la del periodista. Lo primero que aprende al ingresar a un medio es cuáles son los límites y quiénes los intocables de la empresa.

Sin embargo, hasta en las cárceles hay espacio para resguardar la dignidad. Los periodistas no siempre podemos decir lo que queremos, pero no pueden obligarnos a decir lo que no queremos. Somos asalariados y esa condición nos une al destino de la clase trabajadora; pero no fabricamos chorizos, sino que trasmitimos noticias u opiniones, lo cual implica menear ideología.

Eso nos convierte en trabajadores muy especiales, porque el poder necesita servirse de nuestro oficio. Y en eso reside nuestro pequeño poder negociador.

Buena parte de la sociedad confunde al periodista con el medio y le adjudica un poder que no tiene. Si coincide con los principios básicos del medio en el cual trabaja, el periodista tendrá la fortuna de expresar sus ideas, lo cual es un privilegio frente al resto de los asalariados. Pero en las sociedades burguesas, los trabajadores de prensa no tienen prensa.

Los periodistas no deciden libremente la edición, ni el recorte de la realidad. Están obligados a trasmitir las declaraciones del elenco estable del poder real. Pero nadie los obliga a calificar esos hechos como buenos y deseables. Los que trabajan en los medios que expresan los poderes más concentrados tienen pocas grietas para filtrar ideas transformadoras. Y sus colegas no deberían condenarlos por ello.

Pero resulta realmente doloroso leer notas editoriales o escuchar opiniones vertidas en radio y TV, de viejos compañeros que defienden con entusiasmo los intereses de sus patrones.

Tanto en el periodismo “militante” como en el “independiente” hay mujeres y hombres intelectualmente honestos que reivindican realmente lo que piensan cuando pueden. Pero hay demasiados chupamedias que van más allá de lo que piden sus patrones.

No están defendiendo un salario, ni la diaria pitanza de sus hijos. Dejaron de ser trabajadores de prensa para pasar a la condición de escribas o charlatanes del poder.


FUENTE:
http://tiempo.elargentino.com/

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