De Etchecopar a Zaffaroni: la criminología mediática en la prensa hegemónica
“Ahí
están otra vez. Esconden la nave en algún rincón oscuro del conurbano y
salen de nuevo, armados, dispuestos a todo. A matar o morir.” ¿Quién es
el pregonero del terror? La maquinaria de la criminología mediática
aceita sus engranajes y comienza a rodar; no estamos seguros, dicen,
ante un “ellos” cuyos márgenes son cada vez más difusos.
El caso Etchecopar: Los estereotipos a la licuadora.
El asalto al
conductor radial y televisivo Angel “Baby” Etchecopar predominó en la
escena mediática de la semana pasada. Su peculiaridad no radica
únicamente en que la víctima es un destacado portavoz de las políticas
de mano dura en materia de delitos; el aspecto más relevante lo
constituye el hecho de haber encarnado como pocos esa síntesis de
estereotipos cuyo objetivo último es instalar una sociedad de control
frente a una población inerme.
Así, el tratamiento de la noticia que los diarios Clarín y La Nación efectuaron en relación al tema, se centra en caracterizar a los asaltantes como aquellos potenciales asesinos, delincuentes reincidentes, menores y marginales que habitan en aquellas “escuelas del delito” que son las villas de emergencia. Son “ellos”, un otro diferente y peligroso, que no teme a matar nia perder la vida.
La pieza periodística “Los marcianos atacan de nuevo” (Clarín,
domingo 18-03-12) es un claro ejemplo de la construcción estereotipada
del “ellos”. La idea de un extraterrestre, “ajeno al cuerpo social”,
diferente a nosotros y temible, no lo constituye solamente el que
comete el delito, sino que proviene, a decir del teórico del derecho Dr.
EugenioRaúl Zaffaroni, “del mundo más amplio de estereotipados que no
cometieron ningún delito y que nunca lo han de cometer”. ¿Quiénes pueden
formar parte de este universo de diferentes? Desde identidades étnicas,
de clase, grupos etarios (los “adolescentes”, los “menores” en general)
socioculturales (los “pibes chorros”) potenciales integrantes de una
marginalidad vaga que en cualquier momento puede atentar contra el orden
establecido.
Para el diario Clarín, los jóvenes que viven en el barrio de los
asaltantes de la casa del conductor forman parte de una “bomba social”
que no se desactiva: son “los jóvenes de la banquina, sin nada que
hacer”, cuyo único destino es “un horizonte de revólver y muerte”. Son
el “ellos”, “los pibes que todavía no salieron a robar, pero que pueden
empezar esta tarde, mañana o la semana que viene”, porque la
criminología mediática opera de ese modo: universalizando al
“delincuente”, imponiendo su particular visión del universo social
plagado de prejuicios.
Otro de los estereotipos más frecuentes es el de la “reincidencia”:
se trata de destacar que el asaltante volvió a cometer un delito gracias
a la impunidad promovida por aquellos jueces que le otorgan, pese a sus
antecedentes, la libertad. Así, en su edición del 14/03/12, La Nación
titula: “En libertad condicional, salía a robar”, mientras explica que
“Hasta anoche, ningún integrante del Tribunal Oral de San Martín que le
otorgó ese beneficio al sospechoso explicó por qué excarceló al
imputado, a pesar de los antecedentes que tenía”.
Por otro lado, la criminología mediática apela a la empatía sólo en
el caso de la víctima: utiliza casi únicamente como fuentes a sus
familiares y amigos, construye un perfil de “buen ciudadano”, y recurre
a citas de autoridad y oficiales para legitimar la autodefensa a
cualquier costo: en una nota del 17/03/12 titulada “El intendente de San
Isidro defendió la reacción de Baby Etchecopar”, La Nación justificaba
el homicidio cometido contra uno de los asaltantes: “Gustavo Posse dijo
que el periodista ‘no tuvo opción’ ante la agresión que sufrió su
familia en el asalto en su casa”. Clarín cita al Fiscal interviniente en
el caso, Dr. Andrés Zárate: “para el fiscal, la acción de ‘Baby’
Etchecopar fue un caso de legítima defensa”.
La realidad presentada como tragedia
Eugenio Raúl Zaffaroni plantea que, en ocasiones, la criminología
mediática da con la víctima ideal, capaz de provocar identificación en
un amplio sector social, y en tal caso la convierte en vocera de su
política criminológica, consagrándola como víctima héroe. La aplicación
de este recurso por parte de Clarín y La Nación puede ejemplificarse con
exactitud en el tratamiento que dichos medios realizaron sobre la
muerte de un peluquero de la conurbanísima Lanús en ocasión de robo.
En la pieza “Lo mataron de un balazo en el corazón para robarle el
auto”, publicada el 15/03/12, La Nación apela al testimonio de la madre
del peluquero asesinado: “Lo mataron como a un perro de un balazo en el
corazón” dijo, conmovida, la madre de la víctima, María Esther. La otra
fuente, la esposa, es otra víctima a la que la criminología mediática
fagocita en el peor momento de vulnerabilidad, “interrumpiendo
brutalmente el camino de elaboración del duelo, o sea de
restablecimiento de su equilibrio emocional” (E.R Zaffaroni). Así, a
decir de La Nación, “Consternada, muchísimo más dura fue Romina, la
mujer de Ayala que dijo:Me quedo sola con mis hijos por estos
delincuentes de mierda que lo asesinaron por un auto de porquería. Estoy
podrida de estos pendejos de mierda que tienen 14 años y los largan de
vuelta porque son menores de edad. Los tienen que matar a todos”.
Las duras declaraciones de Romina no fueron puestas al azar, ya que
en ellas están implícitos temas que son debatidos frecuentemente al
interior de la sociedad, como lo son la baja de la edad de la
imputabilidad o la pena de muerte, temas controvertidos a los que se
pretende dar legitimidad mediante el testimonio directo de una víctima.
La empatía generada hacia ella permite que sea políticamente correcto, o
al menos comprensible, plantear la pena de muerte.“Por supuesto que
estos shows seleccionan algunas víctimas y ocultan otras, procurando
sugerir discursos vindicativos y represivos a las seleccionadas” (E.R
Zaffaroni).
Al día siguiente, La Nación vuelve a reproducir el estereotipo de
menor delincuenteen la pieza: “Cuatro detenidos por el crimen de Axel
Ayala”, cuya bajada enfatiza “Cuatro personas, dos de ellas menores de
edad fueron detenidas”.
Clarín lleva la emotividad y la empatía al extremo al reproducir el
testimonio del hijo de siete años de la víctima: “no puedo llorar, mi
papá me dijo siempre que tenía que ser un hombre fuerte”. La pieza en
que esta declaración aparece, tiene el gráfico título Sueños rotos, y en
ella se describe la vida de un laborioso trabajador del conurbano, que a
base de esfuerzos había conseguido comprar el auto, al que unos
delincuentes impidieron alcanzar su nueva meta de la casa propia (Clarín
15-03-12).
Por su parte la Nación, ese mismo día narraba: “Otra víctima de la
inseguridad, otro golpe del delito. La violencia parece no detenerse en
el conurbano bonaerense. Ayer fue el turno de un joven de 31 años,-padre
de un nene de 7 años- en Lanús, al que para robarle el auto mataron de
un tiro en el corazón”. Lo que aquí se destaca era su condición de padre
de un niño de siete años, para aumentar la sensación de odio e
impotencia, dato que nunca aparece cuando se elimina a un “ellos”: a
nadie parece interesarle el niño que se queda sin padre cuando el
asaltante es asesinado.
“Nadie escapa a la inseguridad”
Si bien la construcción de la victima predilecta por la criminología
mediática corresponde al estereotipo del trabajador de clase media,
padre de familia, buen contribuyente, respetuoso de las leyes que debe
soportar el acecho constante de un “ellos” peligroso, otras tácticas más
sutiles, pero no por ello menos efectivas, refuerzan esa sensación de
constante amenaza. Así, los medios hegemónicos instalan en el imaginario
social la idea de que hasta aún aquellos que son los responsables de
garantizar la seguridad de los ciudadanos, tanto como quienes se
constituyen en referentes de la defensa de los derechos humanos y de las
garantías constitucionales, sufren las consecuencias de la “escalada
del delito”.
En su edición del 17/03/12, el diario La Nación publicó una pieza
periodística acerca del secuestro extorsivo de la familia de Juan
Zabaleta, “secretario administrativo del Senado y mano derecha de Amado
Boudou”. El título “Un secuestro de tres horas que inquietó en el
poder” lleva implícita la idea de que el hecho delictivo no escapa al
poder político, reforzando la representación de un estado impotente,
incapaz de resolver las problemáticas que la criminología mediática
identifica como prioritarias en la sociedad.
Algo similar ocurre en la edición del 14/03/12 del diario Clarín,
con la pieza titulada “Brutal asalto a una Madre de Plaza de Mayo en su
casa de La Plata”, donde esta vez son aquellos que velan por las
garantías constitucionales, incluso las de los “delincuentes”, las
víctimas de un “ellos” que hasta parece “ensañarse” hasta con sus
supuestos defensores: “Se ensañaron conmigo cuando les dije que era
Madre de Plaza de Mayo”, declaraba a Clarín Nora Centeno tras el
episodio.
Estos mecanismos a los que recurren los medios hegemónicos tienen
como objetivo instalar en el sentido común popular la percepción de un
estado ausente, indiferente al reclamo ciudadano de mayor seguridad en
las calles, corrupto institucionalmente e impotente que ejerce un
abandono del espacio público al no dotarlo de los recursos tecnológicos y
humanos necesarios para hacer efectiva una sociedad de control. Así,
para Clarín el estado perdió el poder de disuasión (“Inermes ante el
matar por matar”, Clarín, 13-03-12) mientras la justicia brilla por su
ineficiencia; así a decir del Dr. Zaffaroni “La consigna de la
criminología mediática, según la cual a mayor represión corresponde
menor libertad y mayor seguridad, impulsa una política que procura un
control que neutralice políticamente a la población excluída o marginada
acosta del sacrificio de muchas vidas humanas”.
Zaffaroni vs. Grondona
Pero si alguien cumple un rol estratégico en la construcción de los
estereotipos de que hace uso la criminología mediática, es el
intelectual orgánico a las clases hegemónicas.Si hay alguien en el
universo mediático que encarne a la perfección a este tipo de
intelectual es Mariano Grondona, quien constituye una referencia
ineludible en la difusión de la parcialidad de los medios hegemónicos.
En su columna de opinión del domingo 18-03-12 en La Nación, titulada
“Los jueces los liberan y ellos vuelven a matar”Grondona ofrece una
interpretación teórica y política de las causas principales de la
proliferación del delito en Argentina, a saber: la propagación de una
teoría del derecho que incita a la impunidad: la teoría abolicionista de
la pena. No se trata ya del clásico debate entre “garantistas” y
quienes exigen “mano dura”, interpretaciones ambas de la teoría liberal.
De hecho, Grondona reconoce en nuestra constitución nacional una
interpretación garantista del derecho; la amenaza reside ahora en una
teoría que se aleja peligrosamente del encuadre liberal de que toda
sociedad occidental y moderna dispone. Así el abolicionismo, doctrina
que interpreta al victimario del delito como víctima oprimida del
sistema, cuyos derechos básicos fueron lesionados por las desigualdades
sociales imperantes, se acerca peligrosamente al “anarquismo”.
Esta asociación del abolicionismo con el anarquismo no es antojadiza:
su objetivo último es asociarla al “caos” social, al desorden; a la
constitución de una democracia restringida, donde los delincuentes son
liberados y vuelven a atacar al cuerpo social. Y el mayor difusor de
esta teoría es, a decir de Grondona, el mismísimo integrante de la Corte
Suprema de Justicia, Dr. Eugenio Zaffaroni, quien ha sido responsable
de formar ideológicamente a un gran número de jueces que, educados en
esta doctrina, la ejecutan a la hora de dejar en libertad a los
delincuentes, erosionando los pilares básicos del ordenamiento jurídico.
El grito de guerra de la criminología mediática se hace oír en la voz
de sus intelectuales del orden conservador: eliminando a la escoria
social, las garantías penales son potestad de un “nosotros” restrictivo,
que debe ser vigilado para ser salvaguardado; así el espíritu de su
proclama puede resumirse en la siguiente frase publicada en La Nación:
“Es imperioso, pues, que la policía gane en número y calidad de recursos
humanos y técnicos para combatir exitosamente el delito y recupere así
la confianza de la ciudadanía, que hoy se encuentra inerme”(A merced de
la delincuencia, 18-03-12).
Más poder a la policía, más efectivos patrullando las calles, mejores
dispositivos de control tecnológico y rigor en la aplicación de las
penas son los reclamos de la prensa hegemónica que confirman la consigna
de la criminología mediática, que a decir de Zaffaroni “a mayor
represión corresponde menor libertad y mayor seguridad”.
FUENTE:
http://www.redobservatorios.org.ar
Sino escuchaste este tema de Agarrate Catalina, no te lo pierdas. Prestale atencion a la letra...Se llama "VIOLENCIA"...
Vengo de la cabeza, soy de una banda descontrolada.
Hoy no me cabe nada, vas a correr porque sos cagón.
Son todos unos putos, unos amargos, unos buchones.
Llaman a los botones; vinieron todos, se quedan dos.
Hoy vas a correr, porque sos cagón. Con el culo roto, porque mando yo.
Voy a salir de caño; ya estoy re duro, estoy re pasado.
Como ya estoy jugado me chupa un huevo matarte o no.
Mi vida es un infierno; mi padre es chorro, mi madre es puta.
Vos me mandás la yuta y yo te mando para el cajón.
Yo soy el error de la sociedad. Soy el plan perfecto, que ha salido mal.
Vengo del basurero que este sistema dejó al costado.
Las leyes del mercado me convirtieron en funcional.
Soy un montón de mierda brotando de las alcantarillas.
Soy una pesadilla de la que no vas a despertar.
Vos me despreciás, vos me buchoneás; pero fisurado, me necesitás.
Soy parte de un negocio que nadie puso y que todos usan.
En la ruleta rusa yo soy la bala que te tocó.
Cargo con un linaje acumulativo de mishiadura.
Y un alma que supura veneno de otra generación.
Yo no sé quién soy, yo no sé quién sos. El tren del rebaño, se descarriló.
Ya escucho las sirenas la policía me está encerrando,
uno me está tirando me dio en la gamba, le di a un botón.
Hoy no me cabe nada, vas a correr porque sos cagón.
Son todos unos putos, unos amargos, unos buchones.
Llaman a los botones; vinieron todos, se quedan dos.
Hoy vas a correr, porque sos cagón. Con el culo roto, porque mando yo.
Voy a salir de caño; ya estoy re duro, estoy re pasado.
Como ya estoy jugado me chupa un huevo matarte o no.
Mi vida es un infierno; mi padre es chorro, mi madre es puta.
Vos me mandás la yuta y yo te mando para el cajón.
Yo soy el error de la sociedad. Soy el plan perfecto, que ha salido mal.
Vengo del basurero que este sistema dejó al costado.
Las leyes del mercado me convirtieron en funcional.
Soy un montón de mierda brotando de las alcantarillas.
Soy una pesadilla de la que no vas a despertar.
Vos me despreciás, vos me buchoneás; pero fisurado, me necesitás.
Soy parte de un negocio que nadie puso y que todos usan.
En la ruleta rusa yo soy la bala que te tocó.
Cargo con un linaje acumulativo de mishiadura.
Y un alma que supura veneno de otra generación.
Yo no sé quién soy, yo no sé quién sos. El tren del rebaño, se descarriló.
Ya escucho las sirenas la policía me está encerrando,
uno me está tirando me dio en la gamba, le di a un botón.
Pasa mi vida entera como un tornado escupiendo sangre,
manga de hijos de puta me dieron justo en el corazón.
Los prejuicios y el egoismo. La exclusión que de ellos surge. Es la eterna historia del mundo. La infernal derecha, carente de escrúpulos, de honestidad, de ética, de sensibilidad es la responsable de gran proporción de los sufrimientos experimentados por millones de seres a lo largo de la línea del tiempo. Ha inventado dioses vengativos y ha privilegiado símbolos en lugar de hacerlo con la vida. El símbolo más adorado, siempre, ha sido el poder económico y todo lo que surge de él.
ResponderEliminarCambiale la escenografía y el vestuario. El argumento de la tragedia siempre es el mismo.
La maldita derecha es la verdadera representante del demonio en la tierra.
Fijate en el asesinato del pibe gay en Chile. O en nuestros 30.000 "desaparecidos". O en el bombardeo sobre Plaza de Mayo el 16 de junio de 1955.
Siempre es la maldita derecha.
Saludos
Tilo, 70 años